El peliculón.

Casi no he podido dormir. Horas y horas dando vueltas en la cama. Eso de pactar con el diablo por la noche ya no lo haré más, me sienta fatal. Sobre las tres, he decidido levantarme y recurrir a mi colección de películas. Tengo tres.
Mientras pasaba frente al cuarto de baño no he logrado resistirme y he echado un vistazo a mi silueta en el espejo. Quería comprobar si ya se podía apreciar algún cambio en mi fisonomía por mi recién estrenado acuerdo. Tal vez más alto, más musculoso o un relevante aumento en el tamaño de mi miembro masculino. Nada de nada, calma total. Paciencia.
Bueno, a lo que iba…, la película, al final he optado por mi preferida: “El príncipe de las mareas”. La peli trata sobre la posibilidad de tener una segunda oportunidad de ser feliz en la vida. Es de llorar, de llorar hasta que te duelen los pulmones. Un clásico norteamericano, donde los buenos sentimientos, la honradez y el sentido de la familia prevalecen. Después de verla te quedas relajado relajado, te sientes bueno y con unas ganas enormes de abrazar y de querer a todo el mundo.
Ah, con la peli también me he tragado mi menú nocturno bajo en calorías. Bolsa de cacahuetes de 250 grs, media cuña de queso de oveja, medio salchichón, casi una barra de pan y la imprescindible tableta de chocolate Nestlé. Además, claro, de dos Coronitas.
Como de costumbre he acabado con un empacho colosal y con ganas de vomitar. Y con un incomodísimo sentido de culpabilidad.
Ahora mismo acabo de levantarme y estoy muy mareado. Sigo sin notar ningún cambio. Empiezo a preocuparme. ¿Habrá un teléfono de Atención al Cliente para quejarse cuando los pactos con el diablo no tienen efecto?

No hay comentarios: