El pacto.

No ha sido nada difícil. Mucho más rápido que renovar el DNI. Esta mañana, después del café con leche y la tostada, me he conectado a Internet y he buscado “pactar con el diablo” en google. Me han salido 85.700 resultados. ¿Tanta gente necesita comunicarse con el maligno?
Tras una minuciosa exploración me he decantado por una Web argentina. Era la única gratis. Además se podían imprimir las instrucciones en español para evocar al demonio.
Luego he salido para conseguir los elementos indispensables para la ceremonia. Me he ido al Carrefour, allí tienen de todo. He comprado velas rojas, negras no quedaban, un cuchillo ritual (la dependienta no se ha extrañado nada cuando le he pedido tal cosa...), y un pollo. Lo que necesitaba era un gallo negro vivo para sacrificarlo durante la ceremonia, pero en Agosto no venden gallos para sacrificios y he tenido que conformarme con un pollo de corral congelado de kilo y medio. ¿Por qué en el Carrefour tienen cuchillos rituales? En fin, mejor no preguntar...
Lo único que no he podido encontrar ha sido la sangre de una virgen. En el “Mostrador de Información” me han dicho que son muy escasas y que hay que encargarlas con dos semanas de antelación. En fin, me apañaría sin la virgen.
De vuelta a casa he dado, de inmediato, comienzo al ritual. Para empezar he tenido que desnudarme totalmente. Eso, aunque estuviera solo, me ha provocado un poco de vergüenza y una ligera erección. Resultado: un cuarto de hora perdido esperando que se pasara. No quería que el diablo pensara no sé que cosas...
Una vez más relajado he encendido las velas, he leído despacio y en voz alta la formula mágica para evocar a Satanás y, por último, he cortado la cabeza al pollo con el cuchillo. La alfombra se me ha quedado perdida, pero ha valido la pena. ¡Ha aparecido!
Bueno, aparecer aparecer no ha aparecido pero he escuchado un extraño ruido en la cocina. ¡Tenía que ser Él! A continuación me he esperado un ratito en silencio y ya que no pasaba nada, ni se escuchaban más ruidos he dado el pacto por cerrado. Para ser sincero me había imaginado algo más espectacular, lenguas de fuego, olor a azufre, pero, bueno, supongo que tengo que conformarme. Mi alma no es de mucha calidad y el que me ha visitado será un demonio de segunda.
Por fin me siento feliz, he conseguido siete días de vida excepcional y de poderes extraordinarios. Así por lo menos pone en las instrucciones, siete días. Tengo ganas de empezar. Lo cierto es que de momento no noto nada. Habrá que dejar pasar unas horas para que surjan los efectos del pacto, como con los antibióticos.
De todas formas ya tengo en mente como poner a prueba mis nuevos poderes. Sí, lo tengo muy claro. Lo haré con la rubia que coge el autobús todos los días a la misma hora que yo...

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