Las pelirrojas muerden (II)

Lo he conseguido. He arrancado un sí a la pelirroja. Mañana a las cuatro, para merendar. Sin embargo no me siento del todo feliz. No puedo apartar a Mónica de mis pensamientos. ¿Merendar con otra se puede considerar una traición? Sí, imagino que sí.
.......Miro el reloj del aeropuerto, son las siete. Decido visitar a Bill Gates esta misma tarde. Se aloja en el Hotel Ritz, en pleno centro de Londres.
.......Durante el recorrido en metro me doy cuenta de que no tengo ningún plan para llegar hasta él. Es una sensación nueva para mí, yo siempre tengo un plan, hasta para las tareas más insignificantes. Mi vida suele estar organizada al cien por cien. Eso de improvisar me resulta desconcertante y agradable al mismo tiempo.
.......Una vez en el vestíbulo del hotel pregunto por el señor Gates.
.......Suite Berkeley, séptima planta —me contesta un joven recepcionista de color, sin ni siquiera levantar la mirada—. En este momento no se encuentra en el hotel.
.......La noticia me hace dudar, desde luego no me apetece desperdiciar la noche esperando, el tiempo es un bien escaso para mí. Opto por hacer un pequeño cambio en mi plan. Me conformaré con colarme en su suite y dejarle un mensaje.
.......Subo en el ascensor. No tengo ni idea de lo que me espera. Es probable que haya un importante servicio de seguridad. Lo que encuentro me deja boquiabierto: una mujer de la limpieza de origen filipino. Monta guardia al lado de la puerta de la suite. Es pequeñita y de apariencia frágil. No parece un gran obstáculo. Me acerco a ella con una sonrisa.
.......Cuando me encuentro a unos dos metros de la puerta, la mujer se levanta y empieza a despotricar en un idioma incomprensible. Supongo que filipino. Retrocedo de un salto, asustado. La mujer se tranquiliza y vuelve a sentarse. Espero unos segundos e intento otra aproximación. Más de lo mismo. Gritos y amenazas por parte de la señora. ¡Es automática! Al acercarse un extraño se activa y repele la amenaza.
.......Decido entonces utilizar el lenguaje internacional. Saco un billete de cien libras, unos ciento cincuenta euros y se lo entrego, con cuidado de que no me muerda la mano. Me entiende a la perfección. Con su llave maestra me abre la puerta de la suite.
.......Entro y empiezo el registro del apartamento. No encuentro nada relevante en los dos dormitorios, ni en el lujoso salón. Sólo en el pequeño despacho, al final del pasillo, tropiezo con algo digno de mención. Encima del escritorio descansa un ordenador portátil. El ordenador de Bill. El Santo Santorum de todos los ordenadores.
.......Me quedo de pie, embobado, frente a tal revelación. Acto seguido, moviéndome como si estuviera desactivando un arma nuclear, aprieto la tecla de arranque. Al principio todo parece desarrollarse de forma normal, hasta oigo el típico sonido de Windows, sin embargo, de repente, en la pantalla aparece un amenazador recuadro amarillo. Hay que introducir una contraseña.
.......Claro, era de suponer. El ordenador está protegido con algún sofisticado, ultramoderno e impenetrable sistema de seguridad. Seguro que la contraseña será una combinación de números y letras de unos treinta y cinco dígitos. Imposible de adivinar.
.......Bueno, no pierdo nada con intentarlo. Me acerco y tecleo “B I L L”. La pantalla amarilla desaparece dejándome pleno acceso al ordenador. Si lo cuento no se lo cree nadie.
.......Empiezo a rebuscar como un loco en las mismas entrañas del ordenador, abro carpetas, archivos, etc. Seguro que allí metido Bill tiene los detalles de su plan para dominar el mundo a través de su sistema operativo. Tengo que encontrarlo y salvar a la humanidad. Uff, creo que se me está yendo la cabeza.
.......¡Pues no! Nada de planes siniestros. Sólo hay informes financieros y apuntes para conferencias. El tío es de lo más aburrido.
.......Finalmente doy con algo interesante. La carpeta de las fotos. ¿Quién no tiene una carpeta con fotografías sacadas sin mucha ropa y con algunas copas de más? ¿O sólo la tengo yo?
.......Me detengo. No es correcto curiosear en la vida privada de otro ser humano. El escrúpulo sólo me dura dos segundos después me tiro de cabeza. Bill no es un ser humano, es Bill.
.......Empiezo a ojear las fotografías. Un escalofrío me sube por la espalda. Joer con Bill, retiro lo de “aburrido”. Hay fotos donde está “atareado” con una secretaria, otras con dos secretarias y una con tres secretarias y un secretario. Esta última no sé por donde mirarla, si por arriba o por abajo. Estas fotografías están mejor que las que nos sacamos mi ex y yo cuando nos compramos las esposas.
.......Seguro que con este material consigo productos de Microsoft gratis de por vida.
.......Ya son las nueve y media. Es hora de marcharse. ¡Con lo bien que me lo estaba pasando!
.......Al apagar el equipo un pitido molesto llama mi atención. En la pantalla aparece un mensaje de error: CRU 8659. No me lo puedo creer. Otra vez este número. Primero en mi reserva de British, después en la chapita de identificación de la azafata y ahora aquí. Me siento como Fox Mulder en un "Expediente X". Eso empieza a preocuparme.

.......Ya se acaba mi tercer día de pacto. Todo está saliendo muy bien a pesar de que el demonio no se esté esmerando mucho, todo el trabajo lo estoy haciendo yo solito. Tal vez me haya precipitado a la hora de vender mi alma.
.......Necesito urgentemente una copa. De whisky. Sin hielo.
.......Sólo una, mañana tengo cita para merendar y quiero estar en forma.

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